Personalidad
¿Eres una persona complaciente? Entérate de los signos que lo demuestran y cómo superarlo
¿Tienes alguno de estos signos? No te preocupes, es posible dejar de ser una persona complacienteCiudad de México.- ¿Alguna vez has oído hablar de personas complacientes? Es un término que ha aparecido en los últimos años y se refiere a las personas que sienten una profunda necesidad de complacer a los demás a toda costa. Incluso si eso significa poner sus propias necesidades al final de la lista de prioridades.
Estar al servicio de los demás es una cualidad preciosa, pero es cuando sacrificas tu propio bienestar para complacer a los demás que se vuelve problemático.
¿Cómo se reconoce a un complaciente de personas?
- Es una persona extremadamente amable y servicial que dice que sí a todo lo que le pides.
- Detecta las necesidades de los demás sin que tengan que verbalizarlas
- A menudo tiene estándares muy altos de sí misma, pero no espera tanto de los demás.
- Tiende a presionarse a sí misma para hacer lo que cree que se espera de ella.
- Es muy empática y comprensiva con los demás, pero le resulta difícil aplicar la misma dulzura consigo misma.
- Se siente bien consigo misma principalmente cuando es valorada por quienes la rodean.
- Se enreda fácilmente en los problemas de otras personas y llegan a pesar mucho como si fueran propios.
- Quiere ser visto como una persona atenta y complaciente.
- Tiende a conformarse con las ideas del grupo aunque sean contrarias a sus opiniones para garantizar la paz social.
- Tiene muy poco tiempo para sí misma porque dedica mucho de su tiempo a ayudar a los demás.
¿Por qué nos convertimos en un ser complaciente?
No nacemos para complacer a la gente, aprendemos esta conducta y esto empieza desde muy temprano. Para sobrevivir, los niños necesitan de sus padres o figuras de apego e, inconscientemente, aprenden a adoptar los comportamientos que les aseguran el amor y la aprobación de los adultos. Dependiendo de la cultura, el género y el lugar en el grupo de hermanos, algunos niños reciben elogios y halagos cuando ayudan a los padres o hermanos pequeños, cuando son complacientes y tranquilos. El niño, inocentemente, asocia estas características con las condiciones necesarias para recibir el amor.
Y cuando crece, aunque ahora el adulto ya no necesita de terceros para sobrevivir y sustentarse, ha tenido en cuenta estos comportamientos para tener un sentimiento de pertenencia. Actuar al servicio de los demás no es solo un acto altruista para el complaciente de las personas, sino que es lo que le da la ilusión de obtener una validación externa y sentirse seguro. Al final, el comportamiento del complaciente pretende impedirle lo que más teme: el abandono.
¿Podemos dejar de complacer a la gente?
¡Sí, sí y sí! Para ello hay que armarse de mucha valentía para atreverse a cuestionar paradigmas profundamente arraigados. Y es muy recomendable estar bien rodeado durante este delicado momento de transición. Te sentirás más ligera, porque habrás dejado esa gran mochila que, con los años y las experiencias, se ha ido llenando y cargando de mandatos, de proyecciones ajenas sobre ti, de etiquetas, y tantas otras frases parásitas que limitan tu expresión y tu libre albedrío.
Entonces, concretamente, aquí hay algunas formas de dejar de complacer a la gente:
- Cada vez que te sorprendas pensando o diciéndote generalidades (que comienzan con "todos", "nunca", "nosotros", "debo"), tómate un momento para pensar en cómo construiste esta idea, ¿De dónde viene? ¿A quién has oído decir eso repetidamente? ¿Esta idea es realmente tuya o la tomaste prestada de otra persona? Ej: "no está bien decirle a alguien que estoy demasiado ocupado para cuidarlo en este momento".
- Antes de decir que sí a alguien que te pide un favor, hazte la pregunta "¿Al decir que sí a esto, a qué le estoy diciendo que no?". porque, como bien sabemos, elegir es renunciar. Ej: "Al elegir ayudar a Susanne a terminar el informe esta noche, elijo llegar tarde al restaurante para mi velada familiar".
- Cuando estés en una situación incómoda pero no te atrevas a hablar de ello, recuerda que tienes tanta legitimidad como los demás para opinar, para manifestar tu disconformidad, para rechazar algo que no te conviene. Es la forma en que lo verbalizas lo que debe pulirse, no el contenido de lo que dices lo que debe disfrazarse.
Fuente: Todo para Ellas